Francamente si existiera la pastilla de la felicidad no quisiera necesitarla.
Pero no por temor a sus efectos primarios o secundarios, sino porque eso implicaría aceptar mi propia incapacidad para generar esa felicidad desde el interior, y no esperar que algo externo y mágico me dé la tan ansiada sensación de plenitud.
A veces, cuando la vida se complica o nos demanda que tomemos decisiones importantes (de las cuales dependen muchas otras cosas) podemos estar tentados a reclamar este tipo de soluciones mágicas: la pastilla de la felicidad, el secreto del éxito, puede tener diferentes nombres.
Hay que tener mucho cuidado, sobre todo en situaciones en donde estamos más vulnerables, por ejemplo, cuando atravesamos una perdida, un cambio de lugar de radicación o un cambio de trabajo.
En general es bueno saber que contamos con los RECURSOS INTERNOS necesarios para afrontar esa situación, sin tener que recurrir a amuletos mágicos de felicidad.
Te preguntarás: ¿Cómo pongo a trabajar mi laboratorio interno para no necesitar ninguna pastilla de la felicidad?
Aquí van algunos CONSEJOS que buscan ayudarte para que ACTIVES tu interior:
Practica ejercicio…Camina, Camina, Camina: No hay nada más sano que caminar y despejar tu mente. Encontrarás nuevas ideas y te aliviara, para luego poder retomar el trabajo que tenías entre manos.
- Reúnete con personas que tengan una visión optimista de la vida: Terminamos por parecernos a las 5 personas con las que más tiempo compartimos. Elige bien.
- Nutre tu intelecto y tu alma leyendo libros y revistas valiosos y con un buen gusto estético: La lectura es el alimento del alma, y realmente, al poder escoger que leer podemos elegir que pensar y hacia donde encauzar nuestra energía.
- Procura tener espacios de silencio y reflexión personal: no siempre resulta fácil hacerse estos espacios, pero recuerda “es importante recuperar las pausas en el medio de tu jornada para poder reforzar o revisar las prioridades”
- Practica mucho de eso que más amas: no dejes de hacer el deporte que tanto te gusta, o de reunirte a compartir esa actividad artística que tanta expansión te genera.
Como habrás observado, he compartido contigo consejos muy sencillos, pero que a veces, como no implican grandes gastos ni grandes movimientos de nuestra parte, nos quedamos sin llevarlos a la práctica.
Por último quiero compartir contigo un profundo pedido:
“No dejes que nada ni nadie te quite el entusiasmo por vivir”.
¡Nos vemos el próximo artículo!
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